El mundo de la moda nos envuelve de manera constante. Solo hace falta encender la televisión, entrar en nuestras redes sociales o pasear por la calle para darnos cuenta de lo presente que está en nuestras vidas, pero ¿eres consciente del impacto que esto tiene a nivel global?
Para ponerte en contexto, piensa en la cantidad de ropa que como consumidores podemos llegar a comprar a lo largo del año, ahora piensa en grande y extrapola ese resultado a nivel mundial. ¿Es mucho verdad? Además, si a eso le sumamos que vivimos en una sociedad basada en un consumismo que no conoce límites, parece que la situación no hace más que empeorar.
Aunque, por suerte, no todo está perdido y son muchas las marcas que han empezado a rebelarse contra este sistema haciendo emerger propuestas que prometen romper con la estructura imperante hasta el momento, dando lugar a lo que conocemos como Moda sostenible.
Qué significa moda sostenible
Como ya hemos dicho, podríamos definir este concepto como la nueva filosofía que promete tambalear los cimientos del mundo de la moda, pero ¿qué es lo que propone?
En líneas generales, la moda sostenible pretende promover un nuevo modelo de consumo, producción y diseño basado en la sostenibilidad y la responsabilidad.
Así como ya lo han hecho muchas otras empresas pertenecientes a multitud sectores, la industria de la moda se ha propuesto dar un paso en firme y reducir los números que la convierten en una de las más contaminantes del planeta, de hecho, según los últimos estudios, lideraría la lista con una terrorífica segunda posición por mucho que nos cueste imaginar que algo relacionado con el universo textil tenga tantas consecuencias a nivel ambiental y social.
Por eso, el primer paso para implantar este modelo es precisamente analizar en qué parte del proceso de ciclo de vida del producto éste se vuelve más contaminante para establecer medidas que puedan evitarlo, desde su fabricación hasta el momento de gestionarlo como un residuo.
El consumo masivo de ropa, el fast fashion, el continuo cambio de tendencias y la necesidad social de aumentar constantemente la cantidad de prendas de tu armario en un ciclo infinito de usar, almacenar y tirar llevan a que lleguen anualmente toneladas y toneladas de ropa al vertedero.
Para que nos hagamos una idea, al año se producen aproximadamente 109 millones de toneladas de material textil de diferente procedencia, siendo las fibras sintéticas las más utilizadas debido a su bajo coste para las empresas haciendo posible la ya mencionada fast fashion, encargada de poner en el mercado prendas tan baratas y aptas para la mayoría de bolsillos que no hacen más que favorecer un consumo sin control y constante de ropa.
De ahí que muchas personas ya hayan empezado a rebelarse contra este sistema de consumo e incluso sean muchas las marcas que apuesten por la inclusión de otros métodos de fabricación, materiales naturales y de mayor calidad y por una moda más ética.
Ejemplos de moda sostenible: slow fashion, upciclying, materiales sostenibles
Existen diferentes propuestas que podríamos englobar dentro de este concepto, como por ejemplo:
El Upciclying:
Este método busca aprovechar objetos para conseguir otros de mayor valor o a los que conferir otra utilidad. Procede de la unión de los términos “upgrade” y “reciclying”. Pero, aunque dentro de la composición de su nombre aparezca la palabra reciclaje, no hablamos exactamente de lo mismo, ya que, como ya hemos dicho, su finalidad no es la de transformar ese objeto en un material para crear otro nuevo a partir de un proceso industrial, aquí el mayor proceso consiste en exprimir al máximo tu creatividad y ver hasta dónde eres capaz de llegar para transformar ese objeto que no usas en algo aprovechable.
Así que, como puedes comprobar, es un proceso de lo más sostenible y que favorece la economía circular, además de ser una de las grandes propuestas para acabar con el consumismo masivo.
Y de hecho, por mucho que te suene a una técnica de “andar por casa”, son muchas las marcas e incluso las escuelas de moda y patronaje las que se han sumado a ella sacando a relucir todo un mundo de posibilidades de lo que antes tan solo considerábamos algo residual.
Slow Fashion:
Otro de los términos que suenan con más fuerza dentro del ámbito de la moda sostenible es el de “Slow Fashion”. Como bien nos indica su nombre, este enfoque busca precisamente competir con la tendencia dominante en este sector: la fast fashion o, traduciéndolo a nuestro idioma, moda rápida.
Así que mientras la fast fashion apuesta por el consumo masivo de prendas, la utilización de materiales de bajo coste, producir de manera masiva en países cuyos costes de producción y mano de obra son tremendamente asequibles y permiten a las marcas sacar un mayor margen de beneficio, la slow fashion pretende promover un consumo responsable donde se valoren la calidad, el trabajo y los valores que hay detrás del producto, conectando aún más con sus clientes y favoreciendo un vínculo más personal.
Es decir, si nos pudiéramos quedar con una frase que definiera a la perfección en qué consiste la slow fashion es que en esta tendencia prima la calidad sobre la cantidad, apostando por prendas atemporales, tejidos de calidad y la producción local.
Incluir materiales sostenibles y/o reciclados
Si, por muy obvio que suene, esta tendencia es tremendamente importante si queremos acabar en la medida de lo posible con el uso extendido de materiales contaminantes, como aquellos realizados con derivados del petróleo, y para reducir al máximo la huella de carbono que generan este tipo de producciones.
Pero no vale simplemente con introducirlos dentro de las producciones, también hay que tener en cuenta su modo de extracción, producción, procesado y su “reciclabilidad”. Para que nos hagamos un poco más a la idea de lo que quieren decir con esto vamos a poner como ejemplo un material tan conocido y usado como el algodón. A priori este material puede resultarnos de lo más natural y sostenible, pero si tenemos en cuenta que puede haber sido cultivado de manera masiva y no en cultivos sostenibles, tratado con sustancias tóxicas y empleado en procesos de fabricación masiva donde, además, se convierte en uno de los materiales que más agua consume de la industria, nos daremos cuenta de que no es oro todo lo que reluce.
Consejos para evitar el consumo de fast fashion
Si te preguntas qué puedes hacer como consumidor para contribuir a la causa, hacernos eco de este tipo de movimientos y frenar nuestro impulso consumista, es el primer paso.
Por mucho que la sociedad nos dicte que hay estar a la moda, seguir las últimas tendencias y para ello invertir en cantidades ingentes de ropa cada temporada, esto no es así. Además, qué mayor reto que crear un buen fondo de armario para estimular nuestra creatividad y potenciar nuestro estilo.
Y si a mayores este fondo de armario lo puedes formar a partir de prendas tras las que se encuentran marcas que realmente promueven y están concienciadas con estos movimientos y coinciden con tus valores y, por qué no, te sumas a la moda del upciclying y le das una segunda vida a esas prendas que ya no te pones, no se nos ocurre una idea con la que puedas mejorarlo. De hecho, si siempre has querido probar suerte en el mundo de la moda, qué mejor momento que éste para formarte y sumarte a las filas rebeldes. ¿Te atreves a dar el paso?